Aunque en España ciertas obras de Goya fueron precursoras de la caricatura, ésta no se mostraría en todo su esplendor hasta más de un siglo después. En la primera mitad del siglo XX se consolida una especie de escuela española de caricatura teniendo entre sus exponentes a Ricard Opisso, quien trabajó junto a Luis Begaría y Junceda en la revista ¡Cu-Cut!
Ricard Opisso procede de una familia ilustrada repleta de artistas. Hijo de Alfredo Opisso y Viñas, periodista, historiador y crítico, y de Antonia Sala y Gil; su hermana Regina Opisso, también fue escritora. Su abuelo paterno fue Josep Opisso y Roig, periodista y director del Diari de Tarragona, padre de los también escritores Antonia Opisso y Viña y Antoni Opisso y Viña. Su bisabuelo materno fue el pintor Pere Pau Montaña, su abuelo materno el fabulista Felipe Jacinto Sala y su tío materno, el pintor Emilio Sala y Francés. Su sobrino fue Arturo Llorens y Opisso, un escritor más conocido bajo su seudónimo Arturo Llopis.
Aunque nació en Tarragona, su familia se trasladó a Barcelona cuando Opisso contaba sólo dos años de edad. En la Barcelona modernista de finales del siglo XIX, Opisso trabajó como ayudante de Antonio Gaudí en las obras de la Sagrada Familia de Barcelona desde 1892.
Cuando el templo fue incendiado por grupos anticlericales y se destruyó el taller de Gaudí (20 de julio de 1936) Opisso consiguió evitar que se profanara la tumba del arquitecto. Más adelante, estuvo vinculado al grupo Els Quatre Gats, junto con Ramón Casas, Manuel Hugué, Isidre Nonell y Pablo Picasso, entre otros.
Más adelante trabajó como ilustrador en publicaciones como ¡Cu-cut! (desde 1903) y L’Esquella de la Torratxa (a partir de 1912), firmando dibujos orientados a la sátira política, que gráficamente están relacionados con el art nouveau.
A causa de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, Opisso abandona la sátira política y sus dibujos se acercan a la temática costumbrista, especializándose en escenas populares. Sus dibujos de esta época se caracterizan por presentar abigarradas multitudes en escenarios populares barceloneses. De esta época datan sus más conocidos trabajos para la revista de historieta TBO (en la que había comenzado a colaborar en 1919), donde se especializó en la realización de portadas. Colaboró con otras muchas publicaciones, como En Patufet, Pocholo, etc.
En 1953 recibió el reconocimiento de su ciudad natal en la IV Feria de Arte de Tarragona.